Se dice que un parisino no tiene en realidad nacionalidad. En mi caso es verdad. Soy parisina sin necesidad de ser francesa. Y como yo hay muchos. París es una ciudad que o amas u odias a muerte, no te permite términos medios
Yo en cierto modo amaba París antes de conocerla. Como toda latinoamericana aspirante a escritora, mi sueño era ir a París. Creo que especialmente para los peruanos París tiene algo de amante letal, quizá debido a César Vallejo, quien murió en París y en aguacero…
En todo caso me enamoré de París, decepcionándome primero. No, no me encontraba –como creí que sucedería- con un Jean Paul Sarte a la vuelta de cada esquina, no, no a todos les interesa la poesía o la pintura y sobre todo no, no todos usan “beret”. Pero cuando nos quitamos los estereotipos de la cabeza, descubrimos los encantos de París.
Y sí, debo reconocer que soy parisina. Disfruto cada vez que voy a esa ciudad, de los parisinos, aparentemente muy amables, pero en realidad insoportablemente antipáticos, de la “drague” a la francesa, en que te detiene en la calle pare decirte que eres tan hermosa que les gustaría tomar un café contigo, del terrible olor de la estación “Chatelet –les Halles “, del cielo tan gris como el de Lima (Se llama la ciudad luz, no porque siempre brille el sol, sino porque es tan gris que por todos lados se pueden ver luces encendidas desde muy temprano) de las pulgas de Montreuil tanto como de las galerías La Fayette, de la rue Cambon tanto como del Boulevar de Rochechouard, de Mont Martre, a pesar de los exorbitantes precios para turistas. Y no, como quién conoce muy bien su barrio, no le tengo miedo a los “pickpoket”.
Además, cómo no amar a la ciudad en la que nació mi primera hija. Ajústense los cinturones, que empieza mi aventura parisina.
Guau. En mi visita anterior a París, que sólo duró 6 días sólo pude maravillarme con la Torre. Lo demás lo pasé, creo, en plan turista por las prisas. Creo que fue una visita a un parque temático en el que te montan en un trenecito y paseas por todos lados sin poder admirar nada realmente. Por eso mi paso por la Torre si fue más físico, podía tocar el Acero. En junio volveré e intentaré mirarla de otra manera. Muy bonita la introducción.
ResponderEliminarSí pues, lo bonito es viajar como turista, entonces todo te maravilla. Residir en un pàís es lo duro, porque aunque parezca mentira las cosas que ni nos imaginamos, las que damos por sentadas (revisa en la sección "Dónde vas con mantón de Manila" el texto "Yes M'am") son en ralidad construcciones culturales y aceptar esto muchas veces cuesta. Justamente por eso quise hacer la sección "chica cosmo", que yo también disfruto de un nuevo país en vacaciones (disfrutar del viaje en avión, tren, coche o lo que sea... ya es otro cantar. Sí, soy difíci
ResponderEliminarCuando uno comienza a leerte no puede parar hasta terminar. Que agradable viaje hice de tu mano. Me hiciste recordar cuando llegue por primera vez a N.Y. no como turista sino como estudiante que tambien tenia que trabajar. Meterse de lleno a una ciudad extrana nos hace dejar los estereotipos atras y practicamente comenzar de cero, casi... Viajar es una forma bella y a veces dura de aprender. felicitaciones.
ResponderEliminarTienes mucha razón, es duro pero lo que se parende nadie te lo quita y te hace crecer como persona.
Eliminar