Una de las diversiones más comunes entre finlandeses y suecos es ir en un crucero. Estos inmensos barcos recorren en una noche la distancia entre ambos países, a la mañana siguiente se queda unas horas en el puerto correspondiente y luego regresan. Unas mini vacaciones que generalmente se realizan durante el fin de semana.
Hay dos compañías importantes: Viking line y Silja Line. La segunda se supone más exclusiva que la primera. En todo caso es verdad que los precios son un poco más baratos en el Viking. Ambas ofrecen espectáculos durante el viaje, así como restaurantes variados, discotecas y tiendas de diversa índole en donde se puede comprar productos libres de impuestos. Hay que aclarar que al estar ambos países en la Comunidad Europea, esto no se debería aplicar, pero el truco es que durante el recorrido, el barco para en las islas Åland, que a pesar de pertenecer a Finlandia, tiene un estatuto particular por lo que no se les aplican las mismas normas de impuestos que para los otros países de la Unión.
Supongo que muchos se estarán imaginando, ante la palabra “crucero”, un derroche de lujo y sofisticación. En parte es verdad. Los programas de los cruceros varían según la temporada. Por ejemplo el tema de Viking en estos momentos es Sudáfrica, los espectáculos, las comidas de los restaurantes, etc. están de acuerdo al tema.
Mi primer crucero fue uno del Viking y el tema era Brasil. Unas lindas chicas bailaban samba (eran realmente brasileras) y lo disfruté mucho (bailando yo también, por supuesto). Era la primera vez que viajaba en un barco tan grande. Las cabinas eran cómodas, la comida rica y compré algunas cosillas. Después de eso he viajado solo en Silja. El servicio es un poco mejor, pero sus espectáculos no me convencen hasta ahora. Puede que una parte sea que jamás se repetirá el encanto de una primera vez, o que como ya estoy acostumbrada a los cruceros, pues… noto algunas cosas que no notaba antes.
Y es que como les dije, la palabra crucero puede dar la imagen de sofisticación, pero deben considerar que también añadí que ésta es la diversión más común entre suecos y finlandeses, es decir que tan caro no es (el precio depende de la cabina y muchas cabinas de lujo no hay) y por consiguiente, ésta es la diversión más común para la clase trabajadora. Son las ventajas de la igualdad social: podemos imitar a los ricos, sin arruinarnos.
Así pues, luego de mi “primera vez” observé que muchos no iban por el espectáculo o por la comida de los restaurantes: iban a comprar libre de impuestos en general y alcohol en particular. Empecé a ver el lamentable estado etílico en que se encontraban no solo hombres, sino también mujeres. Muchos van solos y aprovechan la circunstancia para tratar de conseguir pareja. Generalmente lo que consiguen es una gran vergüenza al día siguiente, al darse cuenta que el príncipe (o princesa) azul con quien pasaron la noche, se convirtió en sapo. La cacería es fuerte. En mi segundo viaje, pude darme cuenta que muchos de los viajeros, aprovechaban cada vez que mi marido se iba al baño, para invitarme a bailar. Yo por supuesto no aceptaba, no porque soy muy púdica y decente (¡qué va!), sino porque olían a barril de cerveza barata.
La siguiente vez, me dispuse a divertirme con la situación, me situé junto con mi hija mayor en la mesa más cercana a la pista de baile y contábamos cuántos se caían al bajar las escaleras para ir a bailar… eso lo hice unas cuántas veces más, hasta que me pareció muy aburrido.
Nada de ambiente sofisticado en esos cruceros, nada de romanticismo elegante tipo “love boat”, todos se emborrachan, inclusive antes de que el barco zarpe y al llegar al puerto, la mayoría baja con litros industriales de licor, comprados al famoso precio libre de impuestos.
Recuerdo que en ese primer viaje, al pasar unas horas en Estocolmo, mi marido me comentó lo extraña que le parecía la ciudad, a pesar de haber estado allí ya varias veces; entonces cayó en cuenta que era la primera vez que estaba sobrio en la ciudad, es por eso que le parecía diferente. Y así debe ser, pues es así como veo a los otros finlandeses que llegan a puerto. Y no se crea que solo ellos se comportan así, cuando partimos para Finlandia, pos suecos hacen exactamente lo mismo.
Hay familias enteras que viajan (es mi caso), también hay los grupos de solteros (o divorciados), que muchas veces le dan al barco un ambiente de gran lupanar. Pero no se crean que las familias se comportan mejor. Recuerdo que una vez vi un hombre que bailaba con su hija de unos 5 años lanzándola por los aires… hasta que se cayó de cara, y es que él estaba más borracho que una cuba.
Sin embargo yo siempre recomiendo a los turistas latinoamericanos realizar un crucero, especialmente en invierno, cuando no hay mucho que visitar en la ciudad. Los barcos son impresionantemente grandes y bonitos, la mayoría de los espectáculos son gratuitos, hay inclusive programas para los niños y los jóvenes, para comer siempre encontrarán algo que se adecúe al bolsillo o al antojo del momento, inclusive los cruceros más grandes tienen piscinas y hasta salones de belleza. Disfrutar de un falso lujo a un precio razonable vale la pena… siempre y cuando ignoren a los ebrios autóctonos al alrededor.
"Promenade" del Silja Line
No hay comentarios:
Publicar un comentario