A MODO DE INTRODUCIÓN

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Alguna vez leí la frase "piedra que corre, no coge moho". Se refiere por supuesto a que si una persona cambia constantemente, pues le es difícil crecer como persona.
Honestamente creo que está errada. Claro que la piedra que corre coge moho y flores y escupitajos y cosas que ni te imaginas.
Soy originaria del Perú, he vivido cinco años en Francia, durante los años 80, diez en Finlandia y luego en Filipinas para regresar a Finlandia. (¿Se han dado cuenta que vivo en países que empiezan con "f"? ¿Qué me tocará luego? ¿Fiyi?) Creo que eso me da autoridad para decir que los viajes sí que te hacen crecer como persona, por lo menos te dan una actitud zen necesaria para soportar esas diferencias culturales que te hacen ver la vida a cuadritos. Y aunque acepto que directamente los viajes no influencian en mi obra, sí que tienen una gran influencia en mi vida y por consiguiente en la manera como veo las cosas.

Las partes de este blog serán 6. La primera serán las nuevas cartas finlandesas (así las tendré todas en orden), la segunda "Chica cosmo" que hablará de viajes y choques culturales en general. “Una Latinoamericana en París” n donde obviamente cuento mis experiencias viviendo en esa ciudad. También incluyo lo que viví en Filipinas, que se titula"Dónde vas con mantón de Manila", una frase de "La verbena de la Paloma" (Para que vean qué culta soy) . Sigue lo vivido al regresar a Perú, luego de mis años parisinos en "Ce n'est pas le Pérou", que es lo contrario que los franceses dicen cuando algo es fantástico: Es el Perú... Lamentablemente los peruanos sabemos bien que el Perú... no es EL Perú. Finalmente "tribulaciones de una viuda alegre", lo que vivo ahora que me he quedado voida, tratándo de ver las cosas desde un punto menos negativo y tratando de readaptarme culturalmente. Porque vuelvo a repetir que los viajes te cambian y ves en tu propia cultura, lo que antes no veías.
No pretendo dar clases de comunicación intercultural en este blog, solo compartir mis experiencias, de manera amena, porque es mejor reír que llorar en ciertos momentos de la vida. Y si de cuando en cuando caigo en estereotipos, pues pido disculpas. Espero que lo disfruten.

jueves, 4 de noviembre de 2010

NUEVAS CARTAS FINLANDESAS: INTRODUCIÓN

A finales de 1800 el diplomático español Angel Ganivet, cumplía funciones como cónsul en Finlandia. Las diferencias culturales que vivió este latino en tierras nórdicas fueron tan grandes, que decidió escribir sus experiencias en forma de artículos periodísticos.
Como profesora de idiomas ocurre que muchas veces leo con mis alumnos las “Cartas Finlandesas” de Ganivet. Nos divertimos mucho remarcando que a pesar del tiempo transcurrido, las coincidencias entre el  finlandés que éste conoció y el actual, son muchas.
Sin embargo los tiempos cambian y la gente también.
Al tener ya 6 años viviendo en Helsinki, comprendo quizá lo que impulsó a Ganivet a escribir sus cartas finlandesas. Es verdad; la gente es igual en todas partes: hay buenos y malos, justos e injustos, honestos y deshonestos. Pero también es verdad que hay “algo” que hace posible construir un concepto de cultura a través de las características de las personas de un grupo.
Una definición de cultura que me gusta mucho es la de J.L.García: La cultura no es una homogeneidad interna, sino la organización de las diferencias internas. Así pues, hablamos de cultura cuando los miembros de un grupo comparten un conjunto de ideas mediante las cuales se organizan, interpretan lo que pasa a su alrededor y saben como actuar en cada circunstancia y esto a pesar de ser individuos con diferentes personalidades y gustos.
Es sobre esos parámetros que escribiré estas nuevas cartas finlandesas. En cada una de ellas trataré de comprender un poco más a un país cuyo sentido del humor está muy bien caracterizado por las películas de Kaurismaki (Sí, aquí se consideran películas que hacen reír.)
Un país en donde nos podemos encontrar con la presidenta de la república en los corredores del metro, en el supermercado o tomando clases de danza árabe en una academia de barrio.
Un país en donde aún podemos cruzarnos con un conejo, un faisán o, si vivimos en Laponia, con  un alce en la calle, pero en donde no, lo siento, no hay osos polares. 
Un país en donde el sol no se oculta en verano y en cuyo otoño -invierno tenemos un promedio de 5 horas de luz (¡Con suerte, si no llueve o nieva!)
Un país en donde aún es posible dejar el bolso en la mesa del restaurante, ir al baño… y encontrar el bolso en su sitio.
Un país cuya idea del respeto a la vida privada se lleva hasta el extremo de no ayudar abiertamente a nadie (aunque sea muy claro que la ayuda es necesaria) pero cuya gente es tan generosa que se las arreglará para ayudar sin hacerlo notar.
Un país en donde el silencio es una parte muy importante de la comunicación. (Sí, de la comunicación)
Un país en donde hay que esperar aproximadamente un mes para conseguir una cita con el dentista, pero en donde se tarda horas en ver a un psicólogo en caso de depresión o alcoholismo.
Un país cuyas mujeres fueron las terceras en el mundo en obtener el voto y las primeras en tener completa igualdad de derechos en la constitución.
En otras palabras, un país como cualquier otro, con sus defectos y cualidades y por esos mismo, un país tan particular…

Helsinki, septiembre de 2006

la traducción para las imágenes sería: Un finlandés alegre, un finlandés triste, un finlandés enamorado, un finlandés molesto, un finlandés en verano y finalmente un finlandés en invierno... no, no es una exageración.

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