De octubre a noviembre Finlandia goza de un promedio de 5 horas de luz. Es lógico entonces que los finlandeses se las ingenien para luchar contra la depresión causada por la oscuridad.
Por eso desde principios de noviembre, concentran todas sus fuerzas en la preparación de la navidad. Lo que convierte a este país normalmente ordenado en un verdadero caos.
Una tradición finlandesa muy particular es la del Pikku Joulu, cuya traducción sería “pequeña navidad”.
La navidad aquí es una verdadera fiesta religiosa y familiar. Entonces ¿cómo encontrar una excusa para divertirse de verdad? ¿Cómo involucrar a los amigos en estas celebraciones? Para eso está el pikku joulu. Cada centro de trabajo, club de madres, asociación de lo que sea, organizan su pequeña navidad, lo que en realidad es sólo un pretexto para reunirse, comer como locos y beber aún más. Y cuidado: la bebida oficial es el gloggi; una mezcla caliente de vino, jugo de bayas, pasas y almendras que parece ser inofensiva pero que se sube mortalmente a la cabeza. Sin embargo, si en la fiestecita se nos ocurrió hacer el ridículo, no importa. Probablemente nadie lo recuerde pues de seguro consumieron tanto gloggi como nosotros. Además parte del “charme” de pikku joulu es las historias del “día siguiente”.
Si contamos un promedio de tres pikku joulus por persona (el trabajo, el club, los amigos) podrán imaginarse que las cosas no funcionan bien en este país durante el mes de noviembre. Pero la sociedad está preparada para eso y nadie le presta importancia al desorden reinante.
El caos termina el 24 de diciembre. Allí todo entra en el más estricto orden de celebración. Mi suegra generalmente se ha pasado antes de esa fecha unas dos semanas preparando la cena navideña. Y no piensen con esto que se trata de una fabulosa cena gourmet. Finlandia no se caracteriza exactamente por tener una gran tradición culinaria. Lo que pasa es que HAY QUE trabajar mucho para preparar la navidad.
Una típica cena navideña consta de jamón preparado en casa (Mi suegra lo hace muy bueno) y de unas especies de purés dulces (sí, dulces) de papa, nabo, zanahoria e hígado (sí, hígado… con pasas y azúcar) que me tratan de hacer creer que es la máxima expresión de la gastronomía finlandesa y que yo simplemente no puedo pasar. Además, lo siento por mi suegra pero para mí las papas, el nabo, la zanahoria y el hígado NO son comidas de fiesta sino de todos los días.
La explicación a este pobre despliegue gastronómico (que curiosamente tanto trabajo parece costar) es que éste es un país en donde no abundan los productos naturales en invierno y que hace siglos comer estos platos era un verdadero lujo. Bueno, pero ahora podrían tratar de variar el menú, ¿no es cierto? ¡Imposible! Como lo vuelvo a repetir el caos post navideño terminó y si algo les gusta a los finlandeses es el orden y la rutina. Por eso esta fiesta puede resultar muy estresante. TODO está previsto de antemano. No hay lugar a la improvisación. Esa es la idea de diversión aquí: es cosa seria. Solo los locos (y los extranjeros, que para ellos es casi igual) se toman la diversión a la ligera. Ya lo dijo una vez Ángel Ganivet en sus cartas finlandesas: esta gente cuando quiere divertirse, SE-DI-VI-ER-TE, pase lo que pase y sea como sea.
A las 9, todos de pié para el desayuno. A la 13, se almuerza (Y pobre del que llega tarde. Mi suegra es capaz de ponerse a llorar reclamando que le arruinan sus planes) El almuerzo, por supuesto, es ligero. Luego al cementerio, a poner velas a los queridos muertos. A continuación a buscar el árbol (Y es que aquí ni pensar en esos horribles árboles plásticos. ¡Un abeto, por favor y de verdad!) No hay que ir muy tarde porque sino imposible de encontrar el árbol perfecto. Ya en casa a decorar el árbol.
A las 18h: sauna. Todos a bañarse en grupos, desde los bebés de meses hasta las abuelas, primero las mujeres, luego los hombres. ¡Y pobre del anti social que prefiera bañarse solo y sin sauna! Luego todos limpiecitos a vestirse de fiesta, lo más elegante posible para cenar, generalmente a las 20h. (Lo que para un finlandés es sumamente tarde). Luego de la cena, a esperar a Papá Noel, para lo cual nos ponemos un sombrero de tontu, que es un tonto sombrero rojo de duende con un cascabel en la punta, lo que para mí siempre arruina la “toilette”; pero ni pensar en no ponérselo, so pena de ser mal visto toda la noche.
Aquí hasta los ateos creen en Papá Noel (pregúntenle a mi marido) Las etiquetas de regalos no tienen el típico “de…/para…” porque todos los regalos los trae Joulu Pukki (Literalmente el cabrío navideño, se los juro, no lo estoy inventando) directamente de Laponia, donde todas las personas inteligentes saben que en realidad vive.
Nosotros utilizamos a un tío de la familia que es buenísimo, pues nos decepcionaron los tradicionales, que normalmente son bomberos o boy scout no muy entusiasmados con la idea de pasar la navidad recorriendo un promedio de 20 casas en una noche.
Papá Noel reparte los regalos que se abren ese mismo día. La gente se acuesta si quiere antes de las doce, y en el ínterin puede seguir comiendo.
El 25, salvo la misa navideña temprano por la mañana, el programa es más relajado. Los familiares que no pasaron la navidad con nosotros nos visitan o en su defecto los vamos a visitar. A cada visita celebramos la ceremonia del café. El café finlandés es el peor que he probado en el mundo y muchos están de acuerdo conmigo. ¡Y sin embargo, cómo se consume! Quizá para disimular en algo el sabor, se acompañan con diversos bollos que en fines se llaman pulla. A cada visita: café y pulla. Una vez conté que nos sentamos a la mesa en 6 oportunidades y luego mi suegra estaba asombrada de mi terrible dolor de estómago y de que no pudiera ni oler la cena. Sin contar con los 6 kilos extras que me quedaron después de la navidad. Ahora ella acepta, aunque no de buena gana, que NO me siente a la mesa a tomar el café, la pobre.
Con tanta agitación supondrán que la gente llega sin fuerzas (¡Y sin dinero!) al año nuevo. Exactamente, éste casi ni se celebra. La única vez que fui a una “fiesta” organizada por finlandeses no me divertí nada. Creo que se debió a lo incómoda que me sentía pues todos estaban en jeans y polos, mientras que yo estaba vestida, peinada y maquillada para UNA FIESTA DE AÑO NUEVO. La experiencia fue terrible. Por eso ahora prefiero quedarme en casa o viajar, para poder ponerme un bonito vestido y comer bien.
Sin embargo a pesar de la presión, estrés y angustia que causa celebrar la navidad, no se puede negar que realmente nos hace olvidar por un momento la deprimente oscuridad. Las calles se iluminan, las tiendas permanecen abiertas hasta las 21h e inclusive muchas abren los domingos para permitir que la gente pueda hacer sus compras con tranquilidad. Luego en enero los días comienzan a ponerse más largos, anunciándonos que pronto llegará el corto pero bello verano finlandés.
Parabéns minha querida!
ResponderEliminarEstá lindo o teu blog.
Parabéns!
Abraço terno a ti.
daufen bach.
Muchas gracias querido amigo!
ResponderEliminarHola Tanya, soy Carlos, un español que vive en Helsinki desde hace 9 años y acabo de descubrir tu blog. Prometo leerlo enterito,poco a poco, porque me he divertido y reido un montón con tus descripciones de estos "raros" finlandesdes. Sólo una cosita, los regalos de navidad sí suelen llevar la tarjetita de/para (-lta/-lle en finés).
ResponderEliminarO es sólo en nuestra familia?
Hola Carlos
ResponderEliminarDisculpa la demora en contestar que estuve de vacaciones. Y si saleanónimo, es que como ya lo expliqué en el número 3, no puedo contestar mi propio blog... imagínate.
Pues yo siempre digo que no hay que generalizar, en mi familia snunca ponen nombre y en otras que conozco tapoco, pero claro que deben haber familias finlandesas que lo hacen, eso no lo dudo.
Saludos desde Filipinas.