La falta de luz en otoño/invierno ejerce una fuerte influencia en el carácter de la gente. Efectivamente, lo más temido del kaamos (el período oscuro que empieza más o menos en octubre y termina en febrero) es la depresión que le acompaña. Todos están conscientes de eso, todos tratan de prepararse para ello (en la medida de sus posibilidades) y a los que los agarra desprevenidos, no les queda más remedio que dormir en el día, pasar la noche en vela, comer como cerdos y en muchos casos …beber. Estos son los síntomas de la depresión en la época de kaamos.
Eso me pasó a mí en mi primer año aquí. Y es que nadie puede imaginarlo hasta que lo vive. Cuando viajo al Perú y explico que radico en Finlandia, todos me preguntan cómo sobrevivo con el frío, yo contesto que para el frío lo mejor es cubrirse, que lo peor es tener que soportar tantos meses casi sin día. Y así es: uno va a trabajar de noche y regresa a casa…de noche. El raquítico sol se pone a las 10 de la mañana y se oculta a las 3 de la tarde.
Pero como repito toda la sociedad está consciente de la depresión y por lo tanto nadie se asombra ante una persona deprimida. A mí me ocurrió que vino a visitarnos mi cuñado cuando me encontraba en cama a borde del colapso nervioso. Mi marido le explicó el problema y su reacción fue “¡Ah! Eso es normal en esta época” Y ciertamente la mitad del país se encontraba como yo.
Alguien me comentó alguna vez que en Finlandia se tarda un promedio de tres semanas en conseguir una cita con un médico generalista, pero que sin embargo se podía conseguir cita con un psicólogo para el día siguiente. Yo creo que es verdad.
Esto tiene, como todo hecho cultural, su lado bueno y su lado malo. El bueno es que justamente la gente no se avergüence por estar deprimida y que la sociedad trate de solucionar el problema. Lo malo es que la situación se banaliza y se etiqueta peligrosamente todo. Y cuando digo todo, me refiero a TODO.
Mi reacción ante la depresión otoñal fue forzarme a trabajar más para mantener la mente ocupada. (Luego comprendí que ese en un gran error que la mayoría comete) Al llegar la primavera me sentí extrañamente melancólica, con un pesado sentimiento de desencanto que perturbaba mi trabajo. Al comentárselo a una amiga finlandesa, ella me contestó: “¡Ah! Es normal en esta época (?) ¡Es la depresión de primavera! (!!!) Has luchado tanto contra la depresión de otoño, que llegas a primavera sin fuerzas”
Felizmente el sol tiene el efecto contrario a la oscuridad y pronto me sentí con muchos ánimos. Y llegaron las vacaciones. Fui a Grecia con mi familia… y al regresar estuve una semana completa con insomnio. Al borde del segundo colapso del año fui al doctor para que me recetara pastillas para dormir. Ella me hizo la prescripción mientras explicaba “¡Ah! Eso es normal en esta época (Y de pronto me sentí muy angustiada por ser tan normal) Es la depresión de verano (????) Después de haber pasado unas buenas vacaciones es común que cueste mucho reintegrarse a la rutina y por eso viene el insomnio.” (… sin comentarios)
Regresé a casa realmente preocupada. Le dije a mi marido: si en este país te deprimes porque no hay sol, porque hay demasiado, porque no tienes vacaciones, porque las tienes, porque comes carne de reno o porque te pintas las uñas de azul ¡Me voy a terminar suicidando!
Entonces decidí no escuchar hablar más de depresiones (Sabe Dios las que me estaré perdiendo por allí) Y que si al parecer en este remoto lugar del mundo hay que vivir según lo dictan las estaciones, entonces lo mejor era no luchar contra la naturaleza. Dudaba entre hibernar como los osos o emigrar al sur como los pájaros (“Ya decía yo que eras animal” me comentó mi hermana cuando se lo conté por mail) Al final la opción de los osos me pareció la más adecuada, sobre todo por razones económicas. (No impide que la opción de los pájaros me atraiga más… quizá en el futuro.)
Así que ahora en la época oscura, me tomo las cosas con calma, trabajo lo menos posible y cuido mucho de mi apariencia física, lo que curiosamente aquí es muy fácil. Una de las maneras de luchar contra la depresión que tienen los finlandeses (A parte de beber, que lamentablemente es la más común.) es visitar spas y parques de diversiones acuáticos, así que estos proliferan por todo el país. Y como los finlandeses tienen una piel muy frágil, uno puede estar seguro de recibir el mejor tratamiento cosmético de Europa.
Me he vuelto tan fanática de los spas finlandeses que todos mis amigos se burlan de mi conocimiento selectivo del idioma. Aún no se cómo preguntar por una dirección en la calle, pero jamás me equivocaré entre un emplasto de parafina y uno de fango del pantano.
En verano por el contrario, es fácil encontrarme un poquito menos cuidada que en invierno, pero aprovecho que los largos días con un brillante sol me permiten dormir sólo cinco horas y sentirme como nueva. El único problema que yo encuentro en verano es la cantidad de gente que hay en las calles. Hay tanta que casi no se puede caminar. La gente se comporta extrañamente amable y comunicativa, inclusive ¡Sonríen! ¿De dónde salen? ¿Realmente tenía tantos habitantes esta ciudad? ¿Dónde estuvieron durante en invierno? ¡Ah! Si pues, aquí se vive al ritmo de las estaciones y muchos como yo simplemente hibernan y se despiertan en primavera.
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