A MODO DE INTRODUCIÓN

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Alguna vez leí la frase "piedra que corre, no coge moho". Se refiere por supuesto a que si una persona cambia constantemente, pues le es difícil crecer como persona.
Honestamente creo que está errada. Claro que la piedra que corre coge moho y flores y escupitajos y cosas que ni te imaginas.
Soy originaria del Perú, he vivido cinco años en Francia, durante los años 80, diez en Finlandia y luego en Filipinas para regresar a Finlandia. (¿Se han dado cuenta que vivo en países que empiezan con "f"? ¿Qué me tocará luego? ¿Fiyi?) Creo que eso me da autoridad para decir que los viajes sí que te hacen crecer como persona, por lo menos te dan una actitud zen necesaria para soportar esas diferencias culturales que te hacen ver la vida a cuadritos. Y aunque acepto que directamente los viajes no influencian en mi obra, sí que tienen una gran influencia en mi vida y por consiguiente en la manera como veo las cosas.

Las partes de este blog serán 6. La primera serán las nuevas cartas finlandesas (así las tendré todas en orden), la segunda "Chica cosmo" que hablará de viajes y choques culturales en general. “Una Latinoamericana en París” n donde obviamente cuento mis experiencias viviendo en esa ciudad. También incluyo lo que viví en Filipinas, que se titula"Dónde vas con mantón de Manila", una frase de "La verbena de la Paloma" (Para que vean qué culta soy) . Sigue lo vivido al regresar a Perú, luego de mis años parisinos en "Ce n'est pas le Pérou", que es lo contrario que los franceses dicen cuando algo es fantástico: Es el Perú... Lamentablemente los peruanos sabemos bien que el Perú... no es EL Perú. Finalmente "tribulaciones de una viuda alegre", lo que vivo ahora que me he quedado voida, tratándo de ver las cosas desde un punto menos negativo y tratando de readaptarme culturalmente. Porque vuelvo a repetir que los viajes te cambian y ves en tu propia cultura, lo que antes no veías.
No pretendo dar clases de comunicación intercultural en este blog, solo compartir mis experiencias, de manera amena, porque es mejor reír que llorar en ciertos momentos de la vida. Y si de cuando en cuando caigo en estereotipos, pues pido disculpas. Espero que lo disfruten.

martes, 15 de septiembre de 2020

La fragil masculinidad latinoamericana

 Hace unos años hablando sobre el famoso "manspreading" (es decir esa necesidad de los hombres de abrir las piernas al sentarse) dije que cuando me encontraba en el metro con alguien así, inmediatamente abría igual las piernas hasta que el señor cierre las suyas. Un mexicano (que ni siquiera era mi amigo) me contestó que s yo le hacía eso, me lanzaba una bofetada, pues no entendía lo que significaba ser hombre. Para ser un machito defendiendo su frágil masculinidad, resultó ser más caballo que caballero.

Pero no me extraña. Hace poco en Facebook, discutí con otro que además demostraba ser un ignorante. Entre las cosas que dijo estaba que Finlandia era un país dominado por feministas radicales y que se les enseñaba en la escuela a los niños que los géneros no existen.

La única explicación que encuentro para esa obsesión que muchos latinoamericanos tienen con los "géneros", es que la igualdad les quita supuestos privilegios. Terrible que no le puedan exigir a su mamita que les tenga la ropita planchada, terrible que no puedan gritarle a la esposa por llegar tarde del trabajo y no tener la comida lista. Terrible.

Eso me recuerda a una persona que acaba de emigrar y a la que ayudaba con los papeles y que un día me dijo que quería divorciarse y me salió con el cuento de la ropita planchada y la comidita no hecha. Yo le contesté que si seguía  pensando así, nadie le iba a ayudar, porque este es un país igualitario y un hombre que no sabe hacer las cosas básicas, es considerado un inútil. Felizmente entendió el mensaje, no solo o se divorció, sino que ahora "ayuda" a la esposa en casa. Yo tengo problemas con la palabra ayuda, pero en este caso es la misma esposa que está contenta de que su esposo la ayude en casa. En mi caso, mi maridito nunca me ayudó en casa, él tenía sus labores y yo las mías. Por ejemplo él normalmente cocinaba, a cambio yo le planchaba su ropita. No que me gustara, pero es que justo de eso se trata la repartición del trabajo en casa. Y la verdad es que cocinaba muy bien, así que lo menos que podía hacer es plancharle la ropa.

Mi marido era muy feminista, nunca tuve que discutir con él sobre el trabajo en la casa, simplemente todo fluyó naturalmente. Yo no soy muy dada a las labores domésticas (una peruana una vez me dijo que a las mujeres nos "nace" realizarlas. No querida, no. A menos que no me haya dado cuenta y sea hombre, lo que dudo), no tenía miedo de mostrar sus sentimientos y jugaba con una muñeca cuando era un bebé (tengo una foto que lo prueba... y se ve adorable) y puedo asegurarles que era muy hombre.

Es triste que la educación haga que la masculinidad de los latinoamericanos sea tan frágil que se siente agredida por cosas como compartir las labores domésticas o aceptar la existencia de más de dos géneros (ojo, GENEROS, no sexo. Son dos cosas diferentes, aunque los que se escandalizan con la "ideología de género" no lo entiendan). Justo m maridito trabajó en Perú con ONU SIDA y me dijo que al estar rodeado  de tantos hombres gay, se dió cuenta qué tan heterosexual era. 

El temor a acercarse a un homosexual demuestra justamente la fragilidad de la masculinidad. Un verdadero hombre, sabe que no perderá su hombría por acercarse a alguien que tiene otros gustos sexuales.

Y es que se obliga a los niños a tomar actitudes superficiales sin preocuparse por trabajar lo más profundo. Se les viste de azul, se les compra carritos para jugar y si quieren vestirse de rosa o jugar a la cocina, se les humilla.  Y nadie se preocupa por enseñarles a ser sensibles, a respetar. 

Porque eso de los hombres siempre serán hombres es completamente falso. Una vez me encontré en una situación que muchas mujeres latinoamericanas temenos: tener que caminar frente a obreros de construcción. Respiré hondo y me armé de valor... los obreros finlandeses apenas si me lanzaron una discreta mirada y los extranjeros ni se inmutaron. "Es que ya estoy tía", pensé. En eso pasó una linda quinceañera finlandesa, con pantaloncitos cortos. Los extranjeros le lanzaron una discreta mirada y los filandeses ni se inmutaron. Nadie lanzó un supuesto piropo, ni subido de tono, ni suave. Nada. Seguro los extranjeros lo hacían en su país, pero saben que aquí eso no es aceptado y por lo tanto no lo hacen para no meterse en líos.

Y eso es algo que aprecio de los hombres filandeses, que saben respetar, que pueden ser realmente tus amigos, que les puedes pedir un favor sin esperar servicios sexuales a cambio. Yo adoro a mis amigos finlandeses y a sus esposas. Eso es lo bueno también, que como pareja no estás temiendo que tu media naranja te agrie la cosa saltando sobre todas tus amigas. Tener celos aquí es absurdo. Claro, hay excepciones, como en todos lados, pero a esos no los conozco, por suerte. Hay justo los que también tienen una masculinidad tan frágil que se compran una esposa por internet, pues saben que no son lo suficientemente hombres para lidiar con una mujer de verdad y prefieren una esclava. 

Como también en latinoamérica hay los que saben ser hombres sin caer en el machismo. Pero lamentablemente siguen siendo la mayoría. Las cosas están cambiado y espero que sigan haciéndolo. Porque la verdad, no hay nada mas sexy que un hombre preparándote una buena cena.


domingo, 27 de agosto de 2017

El Presidente del Perú y su opinión sobre la comida peruana. O Zapatero.... a tus zapatos

Hoy Facebook se encontraba lleno de reacciones hacia el comentario que hiciera el presidente del Perú hacia la comida peruana.
La frase en cuestión hace referencia a que la pachamanca es de origen árabe y el ceviche, japonés.
Yo no me creo experta en cocina, pero sí sé que hay estudios realizados sobre esos alimentos como para asegurar el origen nativo.
De la pachamanca hay restos que datan de 7000 a 8000 años a.C. en San Pedro de Cajas (Junín) en donde se puede apreciar que el hombre andino ya usaba piedras calientes para  cocer sus alimentos.
Por otro lado en cuanto respecta al ceviche, existe la palabra quechua siwichi, que significa "pescado fresco". Está inclusive probado que los moche ya comían un plato similar en donde el pescado se maceraba con jugo fermentado de tumbo, mientras que los incas lo fermentaban con chicha.
Cabe decir que la cocción por maceración del pescado no es exclusividad del Perú, Casi en toda la costa del Pacífico podemos degustar  diversas variaciones. Yo por ejemplo he disfrutado del "kinilaw" filipino, que se macera con vinagre y leche de coco.
Quiero pensar que no hubo mala intención, que solo fue una mala utilización de palabras y lo que quiso decir fue que ambos platos habían experimentado fusión con la cultura culinaria árabe y japonesa. Eso es algo que no se puede negar. No creo que haya alguien tan tonto como para creer que la pachamanca o el ceviche que comemos ahora es igual al que se comía antes de la colonia.
Espero que sea eso. Si no es así, nos encontramos ante otro caso de etnocentrismo espantoso que trata de quitarnos mérito para demostrar nuestra "inferioridad" ante occidente. Igual que esos estúpidos "teóricos de los antiguos astronautas" que aseguran que toda nuestra cultura es de origen extraterrestre. ¡Claro! Como no somos capaces de hacer nada por nosotros mismos debido a nuestro reducido cerebro...
En todo caso entiendo la molestia que estos comentarios han causado. Pareciera ser que ahora a los presidentes se les ha dado por creer que su posición les permite ser unos "sabelotodos". Habría que recordarles el famoso dicho: Zapatero, a tus zapatos.


Para enterarse más del asunto

jueves, 27 de julio de 2017

You Are Cosmopolitan when...

- You can supports some comments in one language that you will not allow people of you country to do. It happened to me in Peru, we were in a long boring conference and the chairs were uncomfortable, so I put my jacket on top. A French guy looked at that and asked me "T'as mal au cul?" Something like: is your butt killing you? Of course I just answer yes. A Peruvian girlfriend asked me horrified how could I let him talked to me like that, and I wonder: Why I let him make a comment about my butt?: Because he was French and he was just asking what he is asking. If it was a Peruvian my answer would be: Yes, as your groins now asshole, ending with a quick kick. Because I KNOW, that if a Peruvian make a comment about your butt... he wants something more.

- You have different boxes for different cultures, so you can understand that what can be impolite in one, is ok in the other. Specially here in Finland, in which self space is important. If you say something like "I am a widow" (something I am using a lot lately, unfortunately), people are not going to ask you what happened, BECAUSE Finnish courtesy stand that if you don't want to tell it, nobody is going to ask you. But, could you imagine the same situation in Latin America? You say something like that to somebody and after saying "I am sorry", the person change the subject? It is like to say "I don't care!" So you need those boxes to put the comments in the correct one.

-You change your voice according to the language you are using. I am more pitchy in French and deep in English.

- You have live in more than 2 countries. In my case all with the "F" sound: France, Finland, the Philippines... next stop: The Fiji Islands.

-You can impress your friends with the accounts of the crazy food you have eaten. Frog legs? Done. Cow belly? Done. Crickets? Done. Mämmi?... Ok, that is too much for me.

-You have at least 10 national dresses... and not all from your country. And also you wardrobe has clothes from Asia, Europe, Africa and Latin America... and you don't remember from which country they are.

-You have your "little special boutique" or "your favorite restaurant" in several countries.

-Of course you speak more that 2 languages.

What do you think

sábado, 15 de julio de 2017

After a long pause... trying to make an English blogpost.

And yes, I was no writing because my husband died 3 years ago, and I was nor very active. So The idea of this blog is to talk about cultural misunderstandings. Perhaps the articles are not going to be as long as the Spanish ones, but  I will try to write at least once a moth.
As in the Spanish ones there are some major themes
-A Latin American in Paris: My first experiences living abroad. France is not another country: it is another planet!
-News letters from Finland: because is very easy to make misunderstandings here. If France is another planet, this is another galaxy!
- Mabuhay! (In Spanish is "dónde vas con mantón de Manila" that is the letter of a song... so it has not too much sense in English) About my two years in the Philippines. Ok that was another dimension!
-Cosmo girl: Because I suppose living abroad  makes me a Cosmopolitan... sort of.
- Worldwide Movements of Radical Moderates: more political... sort of. Because moderates need to defend radically their rights.
- Tribulations of the merry widow: Of course about the experiences I have living alone. A tragic comic situation, as you can imagine.
-Cen'est pas le Peróu!. In French when something is fantastic, they say It is Peru!, unfortunately Peruvians know that sometimes Peru... is not Peru as French think. So the reason for the name.

If you find this interesting enough, you can support me in Patreon. That ca help me a lot.

viernes, 14 de julio de 2017

Luego de una larga pausa... Tribulaciones de una viuda alegre

Y sí, mi esposo murió hace tres años y por consiguiente no estuve muy activa EN NADA. Creo que ya es tiempo de retomar las cosas y he decidido hacer una nueva serie que se llamará "tribulaciones de una viuda alegre".
En ella contaré mis experiencias viviendo sola en este país (mis hijas ya son mayores y tienen sus vidas) y cómo me las arreglo.
Lo primero es agradecer a la seguridad social de este país, que me ha permitido sobrevivir sin trabajo por dos años. Y me permitió estar en terapia GRATIS, por más de un año
Lo segundo es agradecer a los finlandeses que si bien no hablan mucho, siempre están allí en los malos momentos. He sentido mucho apoyo de  gente que ni me esperaba. Y de toda clase: moral, económica, etc.
Ya saben que con los latinoamericanos la cosa es especial. Tengo amigas sobre todo, que me siguen apoyando de muchas maneras, pero esas son las amigas de siempre, las que sabes que no te van a fallar. Lo que me asombra es la solidaridad que en realidad existe en la cultura filandesa. hasta papeles me han llenado en las oficinas estatales, sin importarles la cola que había detrás (y que hay cartelitos por todos lados que te dicen que llenes los formularios antes de pasar a la ventanilla). Quizá tus vecinos no sean muy comunicativos, pero puedes estar segura de que te ayudarán en caso de emergencia grave.
El título viene de que por suerte todos estos años me han enseñado a tener una actitud más zen, a no desesperarme por todo (cosa que hacía antes) así que ante mis tribulaciones, muchas veces simplemente me río.
Ya les contaré de cómo fue la mudanza, de cómo un amigo de mi marido se ha convertido en mi técnico de informática privado (y de las canas verde que le saco al pobre), de las burradas que cometo por no hablar bien el idioma, y todo eso con ironía y humor. Que al mal tiempo hay que darle buena cara.
Y no se olviden que si desean ver más artículos como éstos, apoyenme en Patreon


Tommi Tynjälä (23.4.1968-12.1.2014)

jueves, 28 de noviembre de 2013

LA COLOR NO LE PERMITE*

El Famoso escritor peruano Don Ricardo Palma dijo una vez refiriéndose a sus compatriotas: “el que no tiene de Inga, tiene de Mandinga” y con mucha razón. Yo creo que esta frase se aplica a la mayoría de los latinoamericanos: somos tan mestizos que,  aunque no todos estamos para pedir miguitas de ternura, muchos llevamos casi todas las razas sobre la piel.
Por ejemplo yo sé que de parte de padre, tengo sangre escocesa,  portuguesa e indígena de la selva amazónica. De parte de madre tengo sangre, española, árabe, indígena de la sierra peruana, y aunque mi madre se empecine en negarlo, africana.  Imagínense mis hijas, la mayor con además sangre catalana, napolitana y normanda y la segunda con pura sangre finlandesa.
En mi caso, mi tipo me hace pasar por casi de todo. En Pekín unos chinos me dijeron que yo parecía china (de la provincia de no sé qué, para ser más específicos), en Finlandia un amigo Iraní me dijo que parecía egipcia y en mis clases de bollywood una vez unas hindúes se asombraron que la profesora me hablara en inglés. Ella riendo les aclaró “Es que no es de la India” y las chicas estaban asombradísimas, pues me creyeron una paisana.
Lo que me seguía pareciendo raro hasta ahora es que en San Petersburgo (y en Finlandia también) me creyeran rusa (sobre todo cuando quién te habla en “su idioma” es una rubia impresionantemente alta) Pero cuando viví en Filipinas y conocí a muchas personas de uno de los tantos “Tanes” en que se ha convertido la antigua Unión Soviética, ya no me parece tan descabellado. Sí pues, podría pasar de por allí.
Ahora bien, este tipo aparentemente camaleónico, causa diversas reacciones según donde me encuentre. Por ejemplo, para más detalles, en San Petersburgo no solo me creían rusa, sino PROSTITUTA rusa.  Mi marido fue para una conferencia y o lo acompañé. No bien instalados en el cuarto de hotel, llamaron por teléfono. Mi marido contestó y lo vi asombrado decir que “NO”. Le pregunté qué había pasado y me respondió que alguien le había preguntado si quería conocer una “Biutiful ruchian girl”, así, con todo empacho. Lo gracioso es que cuando esa noche regresamos de cenar, el portero del hotel me miró de pies a cabeza, despectivamente. Yo le comenté a mi marido que seguro él le había propuesto la “biutiful ruchian girl” y al verme pensó: “¡la que yo le estaba proponiendo es mucho mejor que ésta!”
Cuando en Francia iba a comprar algo o preguntar por algún servicio, la primera reacción era también mirarme de pies a cabeza y preguntarme “¿Es usted marroquí?” o “¿Tunecina?”. En este caso lo que me llamaba la atención era el hecho de que esa cara de desprecio se convirtiera en una inmensa sonrisa cuando decía que era peruana: “¡Perú! ¡Machu Picchu, Mayas, samba, tango!” (Porque hay que decir que para el pobre europeo “promedio” todo da igual). Es decir que se daba una situación de racismo selectivo. Sí, también se me confunde con fácilmente con árabe. Inclusive muchos me hablaban en su idioma cuando vivía en París. Entonces, si el color de piel es el mismo ¿qué hacía aceptable a la latinoamericana? Me atrevo a decir que factores económicos y sociales más que un verdadero racismo.  En los años 80 el árabe emigraba para trabajar y por ese motivo se le acusaba de causar desempleo, en cambio al latinoamericano no le era tan fácil emigrar y por consiguiente no había muchos, todavía resultábamos exóticos. Supongo que si en vez de Francia me hubiese encontrado en España, la cosa habrá sido diferente.
Algo de eso probé cuando fui de vacaciones a la Cataluña española. En este caso curiosamente me creían española, específicamente andaluza. Cuando entraba a alguna tienda y pedía el precio de algo, volvían a mirarme con desprecio y me contestaban en catalán. Como entendía el idioma yo les seguía la conversación en español. Eso es algo muy común en Cataluña, lo que no es muy común es que en medio del discurso cambien al español. Eso lo hacían en cuanto se daban cuenta de mi acento. Es decir cuando comprobaban de que no era andaluza. No voy a detenerme en los problemas sociopolíticos de España. Solo pongo esto como ejemplo para mostrar que en ambos casos la reacción aparentemente racista era causada por algo más que el color de la piel. Una vez comprobado que a pesar de mi apariencia, no formaba parte del grupo que “molestaba”, la actitud cambiaba.
Es evidente que el grupo de poder rige las reglas de la sociedad. En el racismo también. Lo que me ha enseñado la experiencia de ser camaleónica es que esas reglas son relativas y por lo tanto absurdas. Como lo dije en los ejemplos anteriores: no molestaba realmente el color de mi piel tanto como al grupo al que pertenecía.
Inclusive la noción de “color” es relativa. Por ejemplo, cuando vivía en Perú, la mirada de desprecio venía muchas veces de mis propios compatriotas y por verme bien “peruana”. Era muy común que cuando iba con mi esposo a algún evento o a comer a el restaurante de moda, las señoritas de “buena presencia” (espantosa frase utilizada comúnmente en los anuncios de empleo y que significa “lo más blanca posible”) me miraran de pies a cabeza. Casi se podía leer en esa mirada la pregunta “¿Y esta india qué hace con semejante gringo?”. Y no es que mi marido parezca un actor de Hollywood, pero su metro ochenta se le nota más cuando sale conmigo, que solo mido 1.60m. Muchas veces me tuve que controlar para no contestarles “¿Y saben qué? Soy 5 años mayor que él. ¡Cómo te quedó el ojo!” El racismo en Latinoamérica me parece intolerable, justamente porque todos tenemos o de Inga o de Mandinga. Esas “señoritas” ni siquiera se preguntaban si era inteligente o muy buena persona. Simplemente consideraban insoportable la idea de haberme casado con un nórdico.
Ya ni cuento a la “amiga” que fue a visitarme luego de nacer mi hija y me dijera como un gran cumplido “No parece tuya”. Es decir que era demasiado blanca para ser mi hija.  En Perú se habla de “mejorar la raza” cuando alguien se casa con un blanco. Y yo que justamente considero que la belleza de mis hijas radica en su mestizaje, en verse exóticas estén donde estén. Y por otro lado pienso en la cantidad de enfermedades genéticas de las que nos hemos librado por no tener una sangre “pura”. Hay que preguntarse quién mejoró la raza de quién.
Cuando vivía  en Filipinas, una vez más, me creían local. Lo curioso es que si en Perú mis rasgos me hacían estar entre la parte “baja” de la sociedad, allí era todo lo contrario. Mis pómulos salientes y mis ojos almendrados delatan mi sangre india (sin embargo yo considero que son de mis rasgos más atractivos). Pero almendrados o no, tengo buenos párpados, lo que significa en Asia que tengo sangre europea. Entonces pues pasaba por una filipina de clase alta, mestiza con sangre española. Soy la misma persona, pero según donde me encuentre, no se me percibe de la misma manera. 
Eso es lo absurdo del racismo: su relatividad. Según en qué parte del globo se me encuentre soy más o menos “blanca”. Porque ése pareciera ser el ideal de belleza al que se aspira: blanco, rubio y de ojos azules. Y por esa razón, estos países abundan las lociones blanqueadoras, muchas de las cuales se ha comprobado que causan cáncer a la piel. Y ni hablar de las absurdas ideas de que tal o cual mancha en el cuerpo o rasgo especial delata la pertenencia a la raza “superior” o  “inferior”. En Perú por ejemplo la gente llega a verdaderas guerras para probarle al vecino que tiene la gota de sangre extra que lo convierte en más blanco que él.
Pero no se crea que el racismo sea exclusividad de la raza blanca. Curiosamente las personas más racistas que me haya encontrado no pertenecen a ese color. En Francia viví por un buen tiempo en una pensión en donde había de todo: algunas europeas, “beurettes” (hijas de inmigrantes de origen magrebí), antillanas y algunas chicas de países de África Sub-Sahariana. Pues La persona más racista que hasta ahora haya conocido, pertenecía a este último grupo (no voy a decir el país, pues supongo que como en todas partes, no necesariamente todos son racistas). Era imposible discutir con ella sin que nos soltara, como argumento para desacreditar nuestras opiniones, que no teníamos orígenes, pues no poseíamos una raza “pura” como ella. Y nadie se salvaba, ni siquiera las antillanas que tenían la piel tan oscura como la de ella: eran mestizas, es decir seres inferiores a sus ojos. Yo una vez le contesté que más bien yo tenía muchos más orígenes que ella (¡Qué triste perteneces a una sola etnia! ¿no?) y furiosa me amenazó con hacerme brujería. Algo parecido le pasó a un amigo brasilero, al que un africano criticó por “renegar de su raza” al vestirse de manera occidental. El chico le contestó, inteligentemente, que no podía renegar de algo que se le notaba en el color de la piel, pero que no podía tampoco reivindicarse de una cultura con la que no se identificaba; que sí, evidentemente que sus tátara-tátara abuelos venían de África, pero que él se identificaba como brasilero, porque era el país en donde había nacido y la única cultura que conocía. El otro nunca quiso entender razones al parecer.
En otra oportunidad, en la pensión un grupo de chicas empezó a hacer bromas sobre una de ellas, alegando que el cocinero le había dado más comida  que al resto porque se acostaba con él. Este señor era un normando de pura cepa, blanco como la nieve. La aludida respondió “¡Aggg! ¡Qué asco! ¿Se imaginan acostarse con él? ¡Todo blanco! ¡Todo rubio!”. En el grupo no había ni una sola europea y al parecer solo yo tenía un novio francés. Casi todas le dieron la razón a la muchachita de marras. Yo me sentí ofendida: ¿”Qué tiene de malo un hombre blanco? A caso te va a manchar?” Pero ellas seguían en sus trece, hasta que una chica de la Costa de Marfil dijo “¡Ya cállense! ¿No se dan cuenta que el novio de Tanya es blanco?” Trataron de disimularla pero ya era tarde. La misma chica de la Costa de marfil les dijo que sabía muy bien que si no fuera porque vivíamos juntas, muchas no le dirigirían la palabra por ser racistas. Nadie lo quiso aceptar. En todo caso es triste ver que el racismo no es exclusividad de los blancos: la estupidez humana no conoce de fronteras.   
Muchos dirán que en una sociedad en la que justamente se sobrevalora a las razas blancas, una reacción así es la respuesta natural que se genera y que por último es bueno que haya gente que se sienta orgullosa de lo que es. Nadie me convencerá que al fuego se le combate con fuego.
Pienso que la mejor manera de luchar contra el racismo sí es fomentar el orgullo a los orígenes propios, pero no para decir que una raza es mejor que la otra, porque eso es un absurdo. No hay nada científico que pueda corroborar algo así.
 Estar orgulloso de nuestros orígenes nos prepara también para relativizar los insultos racistas y darles su verdadero valor, desarmando sus argumentos. Un buen ejemplo se encuentra en el poema “me gritaron negra” de Victoria Santa Cruz: una niña toma por primera vez noción de que su color de piel es percibida como inferior y crece tratando de ocultar sus orígenes, hasta que un día contesta “¡Y qué!” al insulto y replica “¡Negra soy, negro es mi color!”, dejando de esa manera al agresor sin argumentos.  ¿Cómo discutir con alguien que te acepta lo que le dices y sin considerarlo un insulto sino solo un hecho? Eso solo se logra si uno mismo no siente como un lastre los orígenes personales, sino como lo que son: una riqueza. Eso les enseño a mis hijas y por suerte lo entienden bien. A la mayor una vez alguien le dijo que ella no era “una verdadera finlandesa”, a lo que ella replicó sin problemas que era verdad, pues había nacido en Francia y se había criado hasta los diez años en Perú, por lo que no era culturalmente una verdadera finlandesa a pesar de tener la nacionalidad. ¿Cuál es el problema? En este caso “sentirse bien en su piel” tiene un significado literal.
Disfrutemos de nuestras diferencias, aprendamos a amarlas y respetarlas, que eso hace la riqueza del mundo: los diversos colores, olores y sabores de cada cultura.

*Frase de la popular canción peruana “Toro Mata”.

(Artículo publicado originalmente en el blog “Memoria y migración” de Edith Goel)

martes, 19 de noviembre de 2013

MOVIMIENTO MUNDIAL DE MODERADOS RADICALES (MMMR)

Como feminista, estoy harta de que se me identifique con esas “cosas” que odian a los hombres y que piensan que ser feminista es cortarse el pelo y escupir en la calle. Como católica me revienta que piensen que soy parte de grupúsculos oscuros como el Opus Dei.  Como izquierdista, me molesta que cuando invito a alguien a casa y ve la estatuilla del tío Lenin en el salón, inmediatamente me lance una mirada que pareciera decir “en cuanto salga de esta casa, ¡la denuncio a la CIA por terrorista!”. Igual pasa con algunos amigos musulmanes que están cansados que los crean fundamentalistas.  ¿No les han ocurrido experiencias similares? Cualquiera que sea la posición ideológica, o política, las personas que no están enteradas del asunto, siempre nos identifican con las minorías más radicales.  Y lo curioso es que como digo, por lo general, estos grupos NO nos representan para nada pues son una MINORÍA. ¿Qué ocurre entonces? Pues que al no ser mayoría, se organizan muy bien, sobre todo económicamente, aprovechan todo espacio disponible y hacen mucho ruido para poder llamar la atención. Y en general lo logran. Así pues, en un país luterano como Finlandia, prácticamente están presentes sólo los del Opus Dei y como los luteranos poco saben de la religión católica, creen que todos cojeamos del mismo pié. Igual pasa con ciertos grupúsculos islámicos en países occidentales. Y se crean odios y desconfianza.
                             Y mientras tanto, ¿qué pasa con nosotros, con la mayoría? Ese es otro problema. Las mayorías, de cualquier grupo que sea, por lo general somos muy respetuosos de las diferencias, inclusive dentro de nuestros propios grupos. Entonces, por más que no estemos de acuerdo, los dejamos existir, les damos su espacio, movemos la cabeza comprensivamente ante sus ideas extremistas… y antes de que nos demos cuenta, ya nos están representando. ¿Pero cómo?, ¿no que eran minoría? ¿Y de dónde sacaron el dinero? ¿Y cómo se consiguieron esos contactos? ¿Y QUIÉN LES DIO PERMISO DE REPRESENTARNOS? Y es que mientras nosotros defendíamos la “libertad de expresión”, ellos se tomaron la libertad de expresarse en la voz más alta que sus escasas gargantas les permitían.
                             Y yo digo ¡basta ya! ¿Porqué dejarnos “representar” por grupos que para nada forman parte de lo que la REAL mayoría piensa? MODERADOS DEL MUNDO UNÁMONOS: Defendamos nuestro derecho a ser grises, a ser blandos, a ser tibios, porque JAMÁS los extremos han sido buenos y muchos ejemplos tenemos en la historia que lo comprueban. Atrevámonos a reclamar nuestro espacio, a gritarles a la cara que ellos no representan nada más que sus propios intereses, a identificarnos abiertamente, con orgullo, a la ideología a la pertenecemos y decir que somos MODERADOS y respetamos que los otros también lo sean.
                             Porque ser grises, ser blandos, ser tibios, ser moderados no debe significar ser pasivos, tomemos activamente el espacio y la ideología propia, seamos realmente mayoría. ¿Quién dice que las religiones deben ser intolerantes? ¿Quién dice que hay razas superiores? ¿Quién dice que occidente es mejor que oriente? ¿Ustedes piensan así? La mayor parte del mundo no lo piensa, entonces ¿Porqué tantas guerras? Defendamos radicalmente el derecho que tenemos de ser moderaros y en éste grupo está la mayoría. En nuestras manos, en nuestras decisiones, está cambiar la historia.
MODERADOS DEL MUNDO: UNÁMONOS Y DEFENDAMOS RADICALMENTE NUESTROS DERECHOS.

No es una broma, se aceptan adhesiones