En ella contaré mis experiencias viviendo sola en este país (mis hijas ya son mayores y tienen sus vidas) y cómo me las arreglo.
Lo primero es agradecer a la seguridad social de este país, que me ha permitido sobrevivir sin trabajo por dos años. Y me permitió estar en terapia GRATIS, por más de un año
Lo segundo es agradecer a los finlandeses que si bien no hablan mucho, siempre están allí en los malos momentos. He sentido mucho apoyo de gente que ni me esperaba. Y de toda clase: moral, económica, etc.
Ya saben que con los latinoamericanos la cosa es especial. Tengo amigas sobre todo, que me siguen apoyando de muchas maneras, pero esas son las amigas de siempre, las que sabes que no te van a fallar. Lo que me asombra es la solidaridad que en realidad existe en la cultura filandesa. hasta papeles me han llenado en las oficinas estatales, sin importarles la cola que había detrás (y que hay cartelitos por todos lados que te dicen que llenes los formularios antes de pasar a la ventanilla). Quizá tus vecinos no sean muy comunicativos, pero puedes estar segura de que te ayudarán en caso de emergencia grave.
El título viene de que por suerte todos estos años me han enseñado a tener una actitud más zen, a no desesperarme por todo (cosa que hacía antes) así que ante mis tribulaciones, muchas veces simplemente me río.
Ya les contaré de cómo fue la mudanza, de cómo un amigo de mi marido se ha convertido en mi técnico de informática privado (y de las canas verde que le saco al pobre), de las burradas que cometo por no hablar bien el idioma, y todo eso con ironía y humor. Que al mal tiempo hay que darle buena cara.
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Tommi Tynjälä (23.4.1968-12.1.2014)
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