El primero de enero decidimos celebrarlo como buenos filipinos y nos
dirigimos al Rizal Park. También conocido como Luneta Park, éste lugar está
considerado como una de las mayores atracciones turísticas de las Filipinas. Su
ubicación es perfecta: a lo largo de la Bahía de Manila y cerca de Intramuros,
el centro antiguo de la ciudad.
Digo que decidimos comportarnos como buenos filipinos, porque este parque
de entrada gratuita es el lugar favorito para pasar el domingo en familia,
especialmente haciendo picnic. Y qué mejor día que el primero del año.
Su presencia en la historia de Filipinas en innegable. Allí se ejecutó al
pacifista Dr. José Rizal el 30 de diciembre de 1896, provocando con ello la revolución
que llevara al país a salir del yugo español. El 4 de julio de 1946, es aquí
donde se declaró la independencia de Filipinas, autorizada por el propio Harry
S. Truman. Y es también aquí que Benigno Aquino y su esposa Corazón realizaban
sus manifestaciones políticas que llevaran a la famosa revolución de EDSA (o
Avenida Epifanio de los Santos) y a la posterior caída del dictador Ferdinand
Marcos.
El parque es inmenso y tiene varios puntos de interés: un parque chino y uno japonés,
El parque es inmenso y tiene varios puntos de interés: un parque chino y uno japonés,
una fuente de aguas danzarinas, y un mapa gigante de las Filipinas,
la marca del kilómetro cero de las Filipinas, un orquidiario y pabellón de mariposas,
el Museo del Pueblo Filipino, la Librería Nacional de Filipinas, además de un diorama del martirio del Dr. Rizal,…
Por eso mismo me dio tanta pena el estado en el que se encontraba. No sólo lleno de gente, invadiendo cada pequeño espacio verde, sino ensuciando sin miramientos por todos lados.
Imposible disfrutar de nada y sin embargo uno no deja de darse cuenta que si estuviese en buen estado, este parque sería hermoso. Como en las primera fotos que les he mostrado, tomadas evidentemente cuando no había absolutamente nadie en el parque. Fotos para turistas, que lamentablemente no concuerdan con la realidad.
Y el pasado fin de semana fuimos al Fuerte Santiago y a la Casa Manila en
Intramuros. En el Fuerte Santiago se encuentra una especia de santuario dedicado
a José Rizal. Las cosas allí eran diferentes, sobre todo porque lucía como un
verdadero homenaje al héroe nacional: todo limpio y ordenado. Igual ocurrió con
la Casa Manila, que es casi como dar un salto al pasado, una buena manera de
ver cómo vivían los manileños en esas épocas y también de apreciar cómo ha
cambiado la comodidad en las casas. Una de las razones para la diferencia en
cuanto al mantenimiento de estas atracciones turísticas, quizá sea que la entrada es pagada.
Y aquí viene la parte “cosmopolita” del artículo, porque todo esto me saca
de Manila y me lleva a meditar sobre muchas de nuestras atracciones turísticas
(con nuestras no hablo solo del Perú, sino de Latinoamérica en general), que también
se encuentran en mal estado, principalmente porque –como los filipinos con el
parque Rizal – nosotros mismos no las cuidamos. La única manera de evitar que
la gente maltrate las cosas es ponerle un precio, a menudo alto, para evitar
que entren. ¿Por qué eso? Me pongo a pensar en las veces que he escuchado
quejas sobre lo caro que es ir a las Galápagos o al Manu, pero no me quiero ni
imaginar cómo estarían si se dejara entrar más libremente a la gente. Ni siquiera
son los turistas los que maltrata, sino nosotros mismos. Es como si pensáramos
que DEBEMOS sacar provecho de la gratitud o del precio bajo a como dé lugar. La
gente se comporta “como Juan en su casa”, pero ¿es esto real? A ver, vayamos a
la casa de Juan, cortemos las flores de su jardín y veamos cómo reacciona.
Sin embargo en muchos países europeos hay atracciones turísticas que son gratuitas
y las cosas están mejor cuidadas. Pienso en muchos parques finlandeses y en lo
bien que se comporta la gente en ellos. ¿Será que como se paga tanto impuesto
la gente se toma los lugares públicos como propios y por eso los cuidan? No lo
sé. Porque en otros países no sucede igual. Miren lo que ha pasado con el
Partenón de Atenas por ejemplo, al que ahora solo se puede ver de lejitos
porque los amables griegos se hacían de la vista gorda cuando algún turista
sacaba “solo una piedrita”. Claro, cuando el turista formaba parte de los miles
que llegan al país… Se dice que de tanto tocar las columnas, éstas se han
redondeado. ¡Me imagino lo que pasaría si algún desprevenido quisiera cortar “solo
una florecita” en el Jardín de Versailles! Imposible.
Quizá sea mucho más complicado que pagar o no impuestos, quizá sea una
diferencia cultural profunda la que haga que ciertos países cuiden más sus
atracciones que otros, no lo sé. Solo sé que es una lástima que un lugar
hermoso sea maltratado sin respeto para lo que significa en la historia de su
país. Como para meditarlo la próxima vez
que salgamos de paseo.
Excelente. Muy informativo y nutritivo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por detenerte a leerme. besos
EliminarMuy lindo detalle para muchos de nosotros que viajamos con estos interesantes artículos.Ahora en cuando al mantenimiento de los parques y recreos,coincido que es muy penoso que se deterioren sin que nadie hago al respecto, máxime que ne todo Estado hay una Comuna Órgano gubernamental con tal finalidad,cobrando sus honorarios ..
ResponderEliminarUn abraso amiga querida
María
Sí pues, es una pena y no creo que haya una solución fácil al problema. besos y gracias por leerme.
EliminarQuerida Tanya, que gusto leer tu cronica. Expresas perfectamente el sentimiento que produce ver nuestros amados lugares convertidos en algo menos que una feria desorganizada y nada digna de admirar. Creo esta pasando en muchas partes, no solo por el exceso de gente que llega a las grandes ciudades sino por la negligencia de los que se llaman administradores publicos. Cuando llego a mi ciudad despues de varios meses por fuera siempre me impacta la basura, el desorden y la indolencia de sus visitantes. Trato de dar ejemplo asi sea recogiendo la basura que encuentro pero nadie parece mirarme. Creo que muchos no aman sus ciudades, menos el planeta. Si hubieran siquiera unas pocas Tanyas en cada ciudad que abrieran los ojos de los equivocados, seguramente todo mejoraria. Gracias por compartir. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. sí pues, de eso se trata. Yo siempre digo que aprendí a disfrutar la belleza del centro de Lima cuando trabajando en la Alianza francesa, me pedían que acompañe a algunos artista a dar una vueltita por la ciudad (normalmente tienen muy poco tiempo de hacer turismo) Y se detenían ante lo que para mí era solo un edificio viejo. y claro, cuando me ponñia aver bien, pues era un edificio en muy mal estado pero de una arquitectura que igual dejaba ver su antigua belleza. Es que lamentablemente cuando no somos "turistas" damos las cosas por sentadas y no las valoramos, no las cuidamos. Quizá deberíamos emepzar a tener más ojos de "turista" para nuestas porpias bellezas, para redescrubrirlas y respetarlas.
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